El Libro
del Zóhar, “Kdoshim”:
ítem 1: Y el Señor habló a Moisés y le dijo: “Habla a toda la congregación de
los hijos de Israel y diles: Sean santos porque Yo, el Señor, Soy santo”
El Creador
es llamado Santo porque Él tiene el atributo de otorgamiento. El
mandamiento de “sean santos” indica que también nosotros tenemos que alcanzar
esto por medio de la Luz que Reforma, la misma fuerza que influye en nosotros.
Aunque
estemos sumergidos en el atributo de recibir, esta fuerza nos cambia, y podemos
usar nuestro atributo de recibir con el fin de otorgar. Es algo muy especial el
hecho de convertir la recepción en otorgamiento puesto que no hay una etapa
intermedia entre ellos. Si hubiera algo neutral, una especie de materia sin
forma como las células madre, entonces tú podrías hacer lo que quisieras con
esto: recibir, otorgar, Guevurot, Jassadim, Dinim,
etc. El deseo de recibir, sin embargo, no es neutral, sino que opera con el fin
de recibir, aunque sea para recibir cosas pequeñas, triviales, falsas y entre
ellas existimos nosotros.
Pero
cuando la Luz llega, ésta nos cambia. El deseo de recibir permanece, pero
entonces nosotros podemos diferenciar entre el deseo de recibir y la intención
de disfrutar. Antes, no éramos capaces de hacerlo porque nuestro deseo y
nuestra intención eran inseparables y en cada deseo, en cada grano de deseo
existe la intención de disfrutar. Aunque el deseo mismo puede carecer
totalmente cualquier intención, es posible “pelarlo” y extraer la intención
incluso a pesar de que esto sea un gran problema. Todo depende de la evolución
del deseo.
Al
estudiar la sabiduría de la Cabalá nosotros aprendemos que el único ser creado,
el deseo de recibir, se desarrolló de acuerdo a las cuatro fases de la Luz
Directa y sólo en la cuarta fase comenzó a sentir la forma especial del
Creador, no como un perro por ejemplo, que siente a su dueño, porque el perro
se conecta a su dueño y quiere disfrutar de él. Éste incluso está dispuesto a
dedicarle su vida a él y todo por amor propio. Vemos pues, que es posible un
amor tal dentro del deseo de recibir.
En la
cuarta fase, sin embargo, el ser creado comienza a sentir que el Creador, quien
le otorga a él, está separado de este otorgamiento, que no recibe nada a
cambio. Él disfruta del hecho de otorgarle al ser creado, un otorgamiento que
se desprende de Él, pero que no retorna a Él. Cuando el ser creado empieza a
sentir la acción del Creador sobre él, siente vergüenza. Y de allí, desde la
raíz de la vergüenza causada por el otorgamiento que el ser creado descubre,
recibimos el “punto en el corazón”, la raíz de nuestra alma. A partir de este
punto nos desarrollamos. Si el punto en el corazón se revela en alguien, esta
persona ciertamente puede realizarlo.
Así que
“Santo” significa que estamos separados de nosotros mismos y adheridos al otorgamiento.
(De la
lección diaria de Cabalá, El Zóhar, laitman.es)
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