¿Qué significa percibir al Creador en esta vida? ¿Significa acaso
que voy a percibirlo a través del gusto, la audición o el color, es decir, a
través de los cinco sentidos? Está escrito: “Prueba y siente cuán bueno es el
Creador" (Baal HaSulam, Introducción al Talmud Eser Sefirot, punto 3). ¿Qué
significa probar y sentirlo?
En nuestro mundo probamos y sentimos todo a través de nuestros
cinco sentidos. Tenemos cinco órganos sensoriales y a través de ellos recibimos la
información. Los ojos son para la vista, los oídos son para la audición, la
nariz para el olfato, los dedos para el tacto y la lengua para el gusto. Eso es
todo.
La información entra en nuestra computadora interna, en donde se
somete a un proceso que resulta en la recepción de una determinada imagen del
mundo. Podríamos decir que hay un pequeño proyector dentro de nosotros que
proyecta una imagen del mundo en una pantalla y esto es lo que sentimos.
Esta es la forma en que percibimos nuestro mundo. Además de esto,
sin embargo, existe otro órgano sensorial denominado Kli
(vasija) o alma. Éste percibe de la misma manera que lo hacen nuestros cinco
sentidos naturales.
Nuestros órganos sensoriales están construidos de tal manera que
sus vibraciones interiores coinciden con las vibraciones externas, y percibimos
la percepción externa de acuerdo con esta frecuencia general.
Supongamos que las ondas visuales tienen una frecuencia
específica, las ondas sonoras tienen una frecuencia específica, los receptores
olfativos reaccionan a una frecuencia específica, y es lo mismo con los
receptores del tacto y el gusto.
Estas frecuencias, así como mis órganos, están construidas con el
fin de igualar mi percepción interna, frecuencia o atributo a los parámetros
exteriores.
Lo mismo es cierto para el alma o Kli. Si equilibra sus
atributos o la frecuencia interior con la frecuencia externa, recibe y percibe
lo que está sucediendo en el exterior. Lo que recibe entra al “proyector” de la
persona y le describe una imagen específica.
¿Cuál es la diferencia? En nuestro mundo, nacimos con atributos
internos ya hechos. Estos atributos o vibraciones internos están
predeterminados de antemano, por lo que nos percibimos automáticamente en este
mundo y esta percepción nos entra a través de nuestros cinco órganos
sensoriales.
No sucede así con nuestra alma. En lo que respecta a nuestra alma,
no nacemos simplemente como animales o robots automáticos. Por el contrario,
tenemos que adecuarnos nosotros mismos. Tenemos que desarrollar la frecuencia
que corresponda a la frecuencia exterior, y tenemos que desarrollarla
gradualmente. Primero, desarrollamos frecuencias pequeñas y, después, más y más
grandes, y así continúa hasta el infinito.
(Esto es, mi atributo es la máxima frecuencia que mi alma es capaz
de reproducir. Soy capaz de percibir toda imagen del grado correspondiente.
Naturalmente, no puedo percibir una imagen superior a mi máximo atributo, o más
grande que mi frecuencia más alta.)
Es posible que exista otro reino que no percibo, de la misma
manera que no percibo otro gran reino del universo con mis cinco sentidos que
los perros pueden percibir mediante su sentido del olfato, o lo que las águilas
perciben con su sentido de la vista, lo que los delfines pueden oír, así como
los otros animales. Yo no percibo estos reinos del universo.
Es exactamente lo mismo en los mundos espirituales: no percibo
ningún reino del universo distinto al que pueda afinar mi sexto sentido o mi
sexto órgano.
Mi tarea es afinarlo tanto como sea posible. Además, la naturaleza
me obliga a hacerlo.
La naturaleza me creó con cinco sentidos. Me los proveyó para mi
existencia actual. El sexto órgano, sin embargo, se encuentra dentro de mí en
el estado de “embrión” con el fin de desarrollarlo y utilizarlo correctamente
en el curso de mi vida.
Si empiezo a ajustar o arreglar este órgano sensorial, este
proceso se denomina: comienzo a realizar el trabajo espiritual. De la misma
manera, comienzo ya a percibir algunas vibraciones leve y gradualmente.
Las percibo como un “más-menos,” y estos más y menos o vibraciones
me afinan gradualmente desde el exterior.
Todos los cambios que ocurren fuera de mí (como yo lo percibo) me
influyen positiva y negativamente de tal manera que, dentro de mí, descubro
habilidades inmensas para cambiarme a mí mismo o para afinarme a una mayor percepción.
La naturaleza, o el Creador (es lo mismo) nos obliga a desarrollar
este sentido al máximo. Esta es la tarea del hombre. Cuando la desarrollamos al
máximo, se le llama: “la corrección final” (G’mar Tikkún). Estar en este estado significa percibir
lo que esta fuera de nosotros llamado “el Creador”.
¿Por qué “el Creador”? Porque Él creó precisamente este
reino del universo, y a mí como un simple órgano para percibirlo. Entonces,
¿qué es un ser humano? Muy sencillamente, él o ella es quien percibe al
Creador. La naturaleza, en su totalidad, es la ley de la naturaleza que existe
en todo el universo, y es llamada “el Creador”. Él obliga al hombre a
descubrirle y comprenderle plenamente.
Este es el significado de “¡Prueba y siente que bueno es el Creador!”
Es decir: revelar plenamente todos sus sentimientos de tal manera que podrá
probar todo este reino del universo.
¿Por qué este refrán se refiere a probar? El sabor es el receptor
más natural y más primitivo del hombre. Usted puede ver que un niño de inmediato
se lleva a la boca cualquier cosa que se encuentra. ¿Por qué? Porque esta es la
mejor y más fácil manera de familiarizarse con cada objeto. Todavía no entiende
lo que ve, pero de inmediato, aun sin verlo, lo coloca en la boca.
Sabiendo esto los Cabalistas dicen: “¡Prueba y siente!”
Además de esto, se refiere a trabajar con la pantalla, porque
nuestra pantalla se compone de Pé de Rosh, o el interior de la boca del Partzuf
espiritual. Por lo tanto, se dice: “probar” Otra razón es que la Luz que entra
a través del Pé
de Rosh, o que entra en el Partzuf a través de esta pantalla, se denomina Ta’amim
o “sabor”.
Por lo tanto: “probar” significa poner algo dentro de usted, es
decir, permitir a la Luz Superior pasar a través de su sensor y probarlo en el
grado de su pantalla o en el grado de la afinación de su sexto órgano hacia la
percepción de la manifestación externa. En otras palabras, significa recibir la
Luz del Creador dentro de usted. Esto es precisamente lo que el Creador es: Él
es la Luz interior que alcanzamos y percibimos.
Por Rav Dr. Michael Laitman
(kabbalah.info/es)
0 comentarios:
Publicar un comentario