martes, 31 de marzo de 2015

La ley del amor (parte 2)

La evolución de la raza humana, es completamente una evolución de conexión. Al comienzo de la historia de la humanidad, vivíamos en clanes familiares desconectados entre ellos, y con el paso de los años, comenzaron las colaboraciones, los clanes familiares crecieron y comenzamos a luchar para dominar a las personas y también otros territorios. Paralelamente, desarrollamos la agricultura, que trajo consigo una prosperidad económica, como así también un mayor desarrollo en las relaciones interpersonales. Las revoluciones sociales, culturales y educacionales nos fueron conectando cada vez más, y a partir de la era industrial, tomamos un camino acelerado de conexión entre las personas en todas partes del mundo, que alcanzó su máxima expresión a finales del siglo XX.


Comenzamos con luchas y conflictos, pero la naturaleza nos induce a comprender que nuestro beneficio será mucho mayor si combinamos nuestras fuerzas y esfuerzos. Así, de manera natural nos convertimos en una sociedad global – en un solo cuerpo humano que depende de la cooperación mutua entre sus diferentes órganos. La legalidad que está en la base de todos los desarrollos naturales, fue la que generó (y aún sigue haciéndolo) que nos conectemos mutuamente a través de miles de lazos. Si hace unas décadas podíamos vivir aislados, hoy en día, ya es prácticamente imposible.

Resulta, que “globalización” no es sólo una palabra bonita. La globalización refleja el desarrollo natural interminable y nos empuja hacia una nueva vida; una vida en la cual cada célula y cada órgano, o cada persona y cada país, vivirán bien sólo si colaboran y se preocupan por el bien general. No obstante, si optamos por oponernos a la naturaleza y vivir nuestras vidas aislados de los demás, nos pasará lo que a todo cuerpo cuando un órgano determinado en su interior decide diferenciarse o desconectarse de los demás – se desarrolla un tumor cancerígeno.

Y es esto exactamente lo que le sucede hoy en día a la sociedad humana. Estamos conectados mutuamente, es verdad, pero también nos explotamos mutuamente y nos preocupamos sólo por lo nuestro – algo totalmente contrapuesto a la ley de equilibrio de la naturaleza. Y por lo tanto, sufrimos todos. A diferencia de los otros elementos de la naturaleza, lo esencial para nuestra convivencia, que son los lazos de responsabilidad mutua, está oculto a nuestros ojos. Podemos comprender la necesidad de esos lazos, pero no logramos implementarlos prácticamente. La ley de equilibrio de la naturaleza, permanece oculta a nuestros ojos por un sentido mucho más profundo que un reconocimiento intelectual. Algo muy profundo, natural y radical dentro de nosotros nos impide realizarlo. Ampliaremos sobre los motivos de este ocultamiento a continuación de esta unidad de estudio.

Si no decidimos seriamente que debemos conectarnos entre nosotros, no lograremos seguridad ni tranquilidad. Los cabalistas explican, que si no empezamos a educar a todas las personas del mundo a considerar la naturaleza, que nos hace avanzar hacia un desarrollo de conexión real, entre corazones, y seguimos concentrándonos sólo en nuestro beneficio personal, aumentarán las crisis y nunca lograremos construir una sociedad feliz. La clave reside en el deseo de descubrir en nuestras relaciones, esa fuerza natural que permanece escondida, la fuerza de conexión, el otorgamiento y el amor – el Creador. Y el método para descubrir al Creador es la sabiduría de la Cabalá.

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