miércoles, 20 de mayo de 2015

La Luz fluye en cuatro idiomas


Los libros sagrados fueron escritos en cuatro idiomas de codificación: el de la Biblia, la Halajá, la Hagadá y la Cabalá. No se trata de reglas morales o cuentos, sino, de cuatro medios distintos para enseñarnos sobre el Mundo Espiritual. O sea, todos estos libros –la Guemará, la Torá, el Midrash y demás– también son libros de Cabalá.

PALABRAS DE NUESTRO MUNDO

Para empezar, tenemos que entender que todas las escrituras sagradas fueron elaboradas por cabalistas, personas que han descubierto que en toda la realidad existe una sola fuerza de entrega total y de amor, cuyo propósito es conducirnos a Su estado, a una unión basada en amor, conforme Su naturaleza. Para poder entregarnos esta sabiduría, los cabalistas describieron el camino espiritual, usando palabras que podamos entender, palabras de nuestro mundo. Elaboraron la sabiduría de la Cabalá en cuatro lenguajes distintos de codificación, los cuales describen una sola cosa: el mundo espiritual.

LENGUAJE DE LA TORÁ

Según la Cabalá, el Creador creó una realidad compuesta de dos fuerzas, el deseo de otorgar y el de recibir, el Ego, representados por el Cielo y la Tierra. Esto se expresa en el famoso versículo de la Biblia sobre la Creación, “En el principio Dios creó el cielo y la tierra”. Es decir, el creado tiene que alcanzar el grado máximo de desarrollo, el del Creador, utilizando ambas fuerzas.

Es decir, si tuviéramos únicamente el deseo de otorgar –Cielo–, seríamos como Ángeles, que dan automáticamente, sin libertad de elección. Y si sólo tuviéramos el deseo de recibir –Tierra–, querríamos recibir, únicamente, tal como los recién nacidos.

Los cabalistas explican que éste es el único tema del que trata la Torá.

LENGUAJE DE LA HALAJÁ

La manera de combinar estas dos fuerzas correctamente se expresa en la Gemará: “Dos aferran un Talit (Manto de rezos)… Uno dice ‘es todo mío’, y el otro dice ‘la mitad es mía’… Éste agarra tres partes, y éste agarra la cuarta”. ¿A qué se refieren? ¿Por qué pelean por un Talit? Y si uno recibe tres cuartos de eso ¿qué hará el segundo con el cuarto restante del Talit? También acá, las palabras tienen un significado interno.

Los cabalistas que también escribieron la Gemará, explicaron ampliamente cómo utilizar correctamente las dos fuerzas mencionadas: el deseo de recibir y el de otorgar. En el lenguaje de la Halajá, el creado es llamado “Talit”. Cuando el individuo comienza su camino espiritual, estas dos fuerzas lo “agarran”, es decir, lo dominan.

En un momento quiere unirse con el prójimo y otorgar, y de pronto, es dominado por el deseo de recibir, queriendo gozar del prójimo y aprovecharse de él. Pero cuando avanzamos en la espiritualidad, aprendemos a controlar estas dos fuerzas y a determinar en cada situación la correcta y precisa combinación entre ellas, ya sean tres partes, un cuarto o un medio.

EL LENGUAJE DE LA HAGADÁ

La siguiente cita es tomada del libro, Midrash Rabá : “…Cuando Rebeca estaba parada al lado del seminario de estudios (Beit Hamidrash), Jacob se disponía a salir… y cuando pasaba por una casa donde se realizaba el trabajo de ídolos, Esaú corría y quería salir”.

Los cabalistas eligieron este lenguaje pintoresco para explicarnos situaciones espirituales que les era difícil describir con los demás lenguajes. Jacob en este caso, es la fuerza positiva que le ayuda al creado a elevarse al nivel del Creador, y ser quien ama como Él. Esaú, por otro lado, representa la fuerza que al parecer impide que el creado consiga dicha Meta.

Es decir, también en los Midrashim (Interpretaciones de la Torá), cada palabra tiene un significado interno. En este relato en particular, se explica cómo se puede determinar la relación entre las fuerzas, o sea, cuál de ellas predominará en nosotros. Este ejemplo nos enseña que todo depende de la sociedad en la que elegimos vivir. Hay ambientes que apoyan nuestro avance espiritual, y hay otros que nos alejan de la espiritualidad.

EL LENGUAJE DE LA CABALÁ

El lenguaje más adecuado para nuestra generación es el lenguaje de la Cabalá. Éste se encuentra por ejemplo en los libros: “Peldaños de la Escalera” del Rabash, Rabí Baruj Shalom Ashlag, hijo primogénito de Baal HaSulam, el más grande cabalista de nuestros tiempos. Quien estudia Cabalá llega a ver que la Torá habla del Mundo Superior, sobre el amor y la unión entre las almas, y no se confunde pensando que se trata de ética, o de historias de nuestro mundo. Pero el más grande valor que tienen estos libros del Rabash, es que uno puede identificarse con lo que estudia; descubrimos que se trata de nosotros mismos.

Por ejemplo, dijimos que hay dos fuerzas que ayudan al creado a llegar al nivel del Creador, y nos preguntamos, ¿cómo sería posible que el deseo de disfrutar a cuestas del prójimo nos ayude en el avance espiritual? Rabash explica que cada vez que despierta en el hombre el deseo de aprovecharse del prójimo, este deseo le muestra cuán lejos está de ser como quien da y ama, es decir, como el Creador.

De hecho, esta sensación le ayuda a no mentirse a sí mismo pensando que ya es “un justo absoluto”. Y es sólo así que se hace posible llegar a pedirle al Creador que nos ayude a superar ese deseo. Ésta es la esencia de lo que escribieron todos los cabalistas, en los cuatro idiomas.

Rabí Shimon Bar Yojai dijo, “¡Ay de quien dice que la Torá viene a contarnos simples historias… sino que todos los asuntos de la Torá son cosas elevadas y secretos superiores!”.

(Por Rav Dr. Michael Laitman, La Voz de la Cabalá)

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