El TES, tomo III, artículo 8, pregunta
27: “Tiempo y lugar en lo espiritual, significan renovación de forma. Y como
el Partzuf no está completo sino a través de muchos Zivuguim (copulaciones)
e iluminaciones, diferentes unas de otras, siendo que juntas se unen para
completar el Partzuf, por lo tanto se denominan “Yerijei
Ibur” (lunas de incubación) o tiempo de incubación, los cuales son 7
meses o 9 meses o 12 meses. Es decir, de acuerdo al número de iluminaciones que
se unen para completarlo”.
Resumiendo, nosotros estudiamos acerca de los
cambios que atraviesa el deseo de recibir y enumeramos estos cambios, que se
denominan “mensuales” (jodshim de la palabra jidush,
renovación) En la espiritualidad no existe el tiempo. El tiempo se determina de
acuerdo a la cantidad de cambios que atravesamos y no de acuerdo a las agujas
del reloj o de cambios externos. El tiempo pasa en la medida en que yo cambio.
Esta es la forma en que se determina al tiempo en la espiritualidad.
Por lo tanto la etapa de evolución del embrión
simboliza que yo atravieso una situación detrás de otra (Over,
atraviesa, de la palabra Ibur, incubación) yo necesito pasar por
una cantidad determinada de cambios para pasar de evolución uterina, dentro del
Supremo, a evolución fuera de Él.
También en este momento me encuentro dentro del
Supremo y Él me hace evolucionar, pero al mismo tiempo yo no influyo en los
cambios por los que paso durante el proceso de evolución. Los instintos y
fuerzas que siento como tormentos, me obligan a cambiar y yo paso por estos
cambios a la fuerza.
Luego llega otra etapa: comienzo a sentir que todo
tiene un sentido, una urgencia Superior, que existe algo Superior que hace
todos esos cambios en mí, de esta manera Él desea que yo comience a conocer y a
entender acerca del sistema de dirección, del orden de causa y efecto de la
evolución, el comienzo y la meta de todo el camino. En la actualidad todo el
mundo comienza a despertar. Nosotros llegamos al conocimiento de que debemos
atraer esos cambios por nosotros mismos. A partir de cierta etapa en adelante
el Superior deja de hacer en nosotros cambios obligándonos a desarrollarnos.
Ahora el Supremo sólo nos agrega Luces que sentimos
como algo malo, pero por esto no evolucionamos, sólo llegamos al conocimiento
de que debemos exigirle el desarrollo. Es decir que debemos
participar por nosotros mismos de la evolución, exigirla. El Supremo no me
obliga a la acción en sí, sino al pedido, para que yo le exija que la realice.
En el medio debe estar mi petición.
Mientras tanto ese pedido puede ser dictado como un
grito, por sentirme mal. Luego evoluciono y se me exige que ese grito provenga
del conocimiento del bien, al entender que todo eso es por mi bien, aún cuando
puede ser que me sienta mal, pero yo ya sé que es algo bueno para mí
evolución ya que debo subir al próximo escalón, entonces el Supremo ya no
me exige el grito, sino la participación en la evolución. Esto se denomina sociedad.
Luego llegamos a la etapa en que el Supremo no me
ilumina en absoluto y yo debo buscar dentro de mí oportunidades para despertar,
utilizando el entorno. Yo debo despertar al Supremo para que Él me despierte y
luego aceptar sus acciones y decirle exactamente como realizarlas, es como si
yo entendiera y eligiera la mejor forma de acción, entonces Él la lleva a cabo.
Finalmente conseguimos una situación tal, en la que
yo le indico todo al Supremo. Al comienzo del camino Él realiza en mí todas las
acciones del principio al fin, sin mi entendimiento, sin saber quien actúa
sobre mí, qué es lo qué hace, dónde se encuentra y al final del camino soy yo
el que determina todo del principio al fin y sólo utilizo la Fuerza Superior.
Todo el camino se reduce a que nosotros adquirimos independencia y dependemos
cada vez menos y así nos parecemos cada vez más al Supremo y nos igualamos a
Él.
(De la lección diaria de Cabalá, Talmud Eser
Sefirot, laitman.es)
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