domingo, 16 de agosto de 2015

El altruismo no es opcional


Nos parece que podemos elegir entre ser egoístas o altruistas. Pero si examinamos la Naturaleza, encontraremos que el altruismo es una ley fundamental. Por ejemplo, cada célula en el cuerpo es intrínsecamente egoísta, pero, para poder existir, debe despojarse de sus tendencias egoístas en favor del bienestar del mismo. La recompensa es no solo experimentar su propia existencia, sino también la vida del cuerpo entero.

Nosotros, de igual forma, debemos desarrollar tal conexión entre nosotros. Así, cuanto más logremos establecer este lazo, mejor percibiremos la existencia eterna de Adam (Adam HaRishón, el Alma Colectiva) en lugar del carácter pasajero de nuestra existencia física.

Particularmente hoy día, el altruismo se ha tornado esencial para nuestra supervivencia. Se ha hecho evidente que todos nosotros estamos interconectados y dependemos uno del otro. Esta interdependencia ha dado lugar a una definición innovadora y precisa del altruismo: Cualquier acción o intención que se origine en la necesidad de integrar la humanidad en una sola entidad es considerada altruista. Inversamente, toda actividad o intención que no se enfoque en unir a la humanidad es egoísta.

Nuestra oposición a las leyes de la Naturaleza es la fuente de todos los sufrimientos que presenciamos en le mundo. Y por ser el individuo el único elemento que no las cumple, se puede concluir que es el único elemento corrupto dentro de ella. El resto, es decir, los minerales, las plantas y los animales, acatan las leyes de ésta, por instinto. Sólo el comportamiento humano contrasta con el del resto de la Naturaleza y con el Creador.

El sufrimiento que vemos a nuestro alrededor no es únicamente el nuestro. Todos los demás niveles de la Naturaleza se ven afectados por nuestras actividades equivocadas. Si corregimos nuestro egoísmo transformándolo en altruismo corregiremos, por consiguiente, todo lo demás: la ecología, el hambre, las guerras y la sociedad en general.

LA PERCEPCIÓN MEJORADA

Aunque pareciera que el único cambio que tenemos que hacer es considerar a los demás antes que a nosotros mismos, el altruismo, no obstante, trae consigo un beneficio adicional: Cuando pensamos en los demás nos integramos a ellos y ellos a nosotros.

Mirémoslo de esta forma: Existen alrededor de 7 mil millones de personas alrededor  del mundo actualmente. ¿Qué pasaría si en lugar de contar dos manos, dos piernas y un cerebro para controlarlos, tuviéramos catorce mil millones de manos, catorce mil millones de piernas y 7 mil millones de cerebros para controlarlos? ¿Es confuso? No necesariamente, ya que todos estos cerebros funcionarían como uno solo y las manos trabajarían como un par de manos. Toda la humanidad seria como un solo cuerpo cuya capacidad se vería aumentada en 7 mil millones de veces.

Además de convertirnos en seres superdotados, todo aquel que se convierta en altruista recibiría también el regalo más deseado por todos: la omnisciencia o conocimiento absoluto. Puesto que el altruismo es el atributo del Creador, al adquirirlo, nuestra naturaleza se asemeja a la de Él y empezamos a pensar como Él. Comenzamos a saber por qué ocurren las cosas, cuando deben suceder y lo que debemos hacer para cambiar el curso de los acontecimientos. En la Cabalá, a este estado se le llama “Equivalencia de Forma”.

Este estado de percepción realzada, de equivalencia de forma, es la razón por la que fuimos creados. Fuimos creados como una unidad que posteriormente fue rota, y ahora debemos volver a integrarnos. En este proceso de reunificación aprendemos por que la Naturaleza actúa en la forma que lo hace y tendremos tanta sabiduría como el Pensamiento que lo creó.

Cuando nos unifiquemos con la Naturaleza nos sentiremos tan eternos y completos como ella misma. En ese estado, aún cuando el cuerpo deje de existir, tendremos la sensación que continuamos viviendo en la Naturaleza eterna. La vida corporal y la muerte dejarán de afectarnos, ya que la percepción egocéntrica y limitada que teníamos previamente habrá sido reemplazada  por una perspectiva altruista y comprehensiva.

HA LLEGADO EL MOMENTO

El Libro del Zohar, la “Biblia” de la Cabalá fue escrito hace dos mil años, aproximadamente. Nos afirma que hacia al final del Siglo XX, el egoísmo de la humanidad se acrecentaría a niveles sin precedentes, creando un sentimiento de vacío y falta de rumbo en nuestras vidas nunca antes experimentado.

Entonces, apunta el Zohar, llegaría el momento de ofrecer la Cabalá a toda la humanidad como un medio para adquirir la plenitud mediante la semejanza con la Naturaleza.
El proceso para alcanzar la plenitud, el Tikkún (la corrección), no ocurrirá de una vez ni será simultáneo para todos. Para lograr alcanzar dicho Tikkún el individuo debe desear que suceda. Es un proceso que se produce a partir de la voluntad propia.

La corrección se inicia cuando una persona se da cuenta que su naturaleza egoísta es el origen de todo mal. Es una experiencia muy personal e impactante, pero invariablemente lo lleva a uno a desear transformarse, y cambiar egoísmo al altruismo.

El Creador nos trata a todos como con un ser único y unido. Hemos intentado alcanzar nuestras metas de una manera egoísta, pero hoy estamos descubriendo que nuestros problemas se resolverán sólo al actuar colectiva y altruistamente. Entre más conscientes estemos de nuestro egoísmo, más desearemos utilizar el método de la Cabalá para transformar nuestra naturaleza al altruismo. No lo hicimos cuando la Cabalá apareció por primera vez, pero podemos y porque es el único medio para lograr la felicidad y la plenitud duraderas.

Por Rav Dr. Michael Laitman

(La Voz de la Cabalá)

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