Lo interno es sentido como externo
¿Cómo se produce en nosotros la sensación que existe un mundo que
nos rodea? Existimos, por así decirlo, dentro de la Sefira de
nuestras sensaciones. El Creador “nos presiona” desde el exterior, mientras que
nosotros, estando en nuestra Sefira actual, equilibramos las
presiones externas, percibimos y reaccionamos a Él con nuestros sentidos.
Al chocar la presión interna con la presión externa, la imagen,
llamada “el mundo”, emerge. Concebimos esta imagen como si existiese afuera,
pero en realidad existe adentro de nosotros.
Todos los instrumentos de medición están elaborados de acuerdo con
este principio: no miden la influencia en sí, sino su respuesta a esta
influencia.
No podremos alcanzar el mundo exterior, pues no existe. Nuestra
ciencia abarca sólo la forma en que percibimos al Creador. Pero aunque sólo nos
alcancemos a nosotros mismos, comprendiendo la imagen sólo en nuestro interior,
ello nos da suficiente información como para existir en esta misma imagen. Esto
se debe a que el Creador, al crear esta imagen dentro de nosotros, actúa en
nosotros de acuerdo con ella.
Lo que sea que sintamos, es lo más adecuado y necesario para
nuestro desarrollo. La pregunta “¿cómo puede una persona evolucionar
espiritualmente en este mundo?” es irrelevante.
El fragmento del Creador que uno siente y llama su mundo es
exactamente lo que tiene que sentir en dicho momento, y por lo tanto, deberá
actuar específicamente en “su propio mundo”.
¡Lo que hemos sentido en cada momento es la mejor sensación
posible para nuestro desarrollo espiritual!
Nuestra percepción subjetiva garantiza que comprendamos todo a
nuestro alrededor de la forma necesaria para nuestra existencia. Sentimos a los
demás y entendemos sus intenciones y esto hace posible que existamos en
compañía de nuestros semejantes.
Sin embargo, el nivel de sensación y de comprensión depende de
nuestro nivel de desarrollo. Podemos extraer una analogía con una emisora de
radio: mientras más amplia sea la gama de frecuencia, más ondas puede captar
una radio.
Podemos entender a las demás personas sólo estando conscientes de
uno mismo. Sólo después de que descubramos las características del resto
del mundo dentro de nosotros mismos, seremos capaces de conocer la realidad
circundante.
Y si alguien nunca ha experimentado cierta sensación (por ejemplo,
un dolor de cabeza), no tiene manera de imaginar lo que es. Esta es la razón
por la que nos diferenciamos de los niveles inanimado, vegetativo y animado de
la naturaleza en nuestro grado de desarrollo interno.
Encontrar al Creador en el interior
Con el fin de conocer la realidad circundante, hasta llegar al
Creador, tenemos que investigar nuestras propiedades, como está dicho:
“Encontraré a mi Creador dentro de mi”. El hombre está hecho de esta manera
deliberadamente, para que pueda alcanzar lo que está fuera de él. De lo
contrario, no sería capaz de corregir “el mundo entero” a través de sí.
Sin embargo, lo que no podemos comprender son nuestros propios
orígenes, todo lo que sucedió antes de tomar conciencia de nosotros mismos,
antes de que este pensamiento ocurriera: ¿Cómo se produjo?, ¿de dónde descendió
este deseo hasta nosotros?
No tenemos un lenguaje accesible para expresar el motivo por el
que recibimos las propiedades particulares de nuestro “yo”.
Las mundos descendieron, desde arriba hacia abajo, alejándose cada
vez más de la Luz del Creador, y la Luz se debilitó con el fin de crear al ser
humano, que comenzaría a existir en completa alienación del Creador y llegara a
la plena adhesión con Él.
Toda la preparación para la aparición del ser humano se llama “la
parte posterior”. No tenemos ninguna sensación de esto para nada, porque éstos
son los grados más altos de la Luz que desciende del Creador a nuestro mundo –
el grado más bajo.
Sólo los Cabalistas alcanzan estos niveles de precipitación de la
Luz a medida que remontan de abajo hacia arriba y lo describen en sus libros.
Aquellos que ascienden alcanzan su propia concepción y, por lo tanto, son más
conscientes de su Origen y de ellos mismos, y alcanzan su propio futuro.
(kabbalah.info/es)
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