domingo, 8 de noviembre de 2015

La libertad de elección


Por Rav Dr. Michael Laitman

El libre albedrío, ¿existe o no? ¿Dónde se encuentra la verdadera libertad en nuestra vida?
La naturaleza interna del ser humano es el egoísmo, el deseo de recibir placer. Esta naturaleza nos obliga a actuar de acuerdo a una fórmula conductual imbuida en nosotros: mínimo esfuerzo-máximo rendimiento. El ser humano está dispuesto a experimentar grandes sufrimientos en el presente por un deleite futuro. Consciente o inconsciente, cada hecho, cada movimiento que realiza, proviene de un cálculo frió de costo-beneficio.

“…cuando examinamos los actos de un individuo los encontramos forzados. Los hace contra su voluntad, y no tiene ninguna libertad… se parece a un guisado, cocinándose… no tiene ora opción, más que cocinarse. Porque la Providencia ha enjaezado la vida con dos cadenas: el placer y el dolo.” - Rabí Yehuda Ashlag (Baal HaSulam), “La Libertad”

Cada uno de nosotros es parte de alguna sociedad que tiene sus propias leyes, las cuales estamos obligados a cumplir. Estas leyes no sólo determinan nuestro comportamiento, sino que moldean también nuestra actitud hacia todos los campos de nuestra vida. Es más, el ser humano está sujeto a las normas de etiqueta dictadas por la sociedad, por lo que tarde o temprano, éstas se convierten en sus patrones de conducta.

Con el tiempo, el individuo empieza a entender que no es él quien elige su manera de vida, los campos de interés, sus pasatiempos, la comida, la moda de acuerdo a la que se viste y se comporta, y demás, sino que todo esto lo escoge siguiendo la voluntad y el gusto de su ambiente.

¿DÓNDE, ENTONCES, EXISTE NUESTRA LIBERTAD?

Baal HaSulam (Rabí Yehuda Ashlag), explica en su articulo “La Libertad”, que cada individuo está conformado por cuatro elementos que definen su carácter, manera de pensar y acciones, en cada momento:

Materia prima – el “yacimiento”: esto constituye la esencia interna del ser humano, aunque cambie su forma, jamás cambia su esencia. Por ejemplo, si comparamos el ser humano con una semilla de trigo: la semilla se descompone bajo la tierra, y su forma externa desaparece totalmente. Al mismo tiempo, sin embargo, se forma de ella un nuevo brote de trigo. Exactamente de la misma manera se descompone nuestro cuerpo, pero nuestro “yacimiento” – nuestros genes y tendencias – se transfieren a nuestros hijos.

Atributos invariables: las leyes de desarrollo del yacimiento jamás cambian. Una semilla de trigo nunca producirá otro tipo de cereal más que trigo. Estas leyes y los atributos derivados son predeterminados por la Naturaleza. Cada semilla, cada animal y cualquier persona, contienen dentro de sí mismos las leyes de desarrollo de su propio yacimiento  Este es el segundo elemento del que estamos hechos, y no podemos influenciarlo.

“… me siento, me visto, hablo, como… no porque quiera sentarme, vestirme, hablar o comer así, sino porque otros quieren que me sienta, vista, habla y coma así; conforme a los deseos de la sociedad, no de mi propio libre albedrío.”
 “…incluso  la determinación del tipo de placer o beneficio, está completamente fuera de la propia voluntad o libre elección… sigue el deseo de otros.”

Rabí Yehuda Ashlag, “La Libertad”

Cualidades cambiantes bajo la influencia del entorno: el tipo de semilla permanece, pero su forma externa cambia de acuerdo a su ambiente, externo. Es decir, la calidad de la envoltura del yacimiento cambia bajo la influencia de elementos externos y leyes definidas, la influencia del entorno resulta en que elementos externos adicionales, como el sol, el suelo, fertilizantes, humedad y lluvia, se incorporan al yacimiento, y producen una nueva calidad del mismo. O sea, determinan, la cantidad y calidad de cereales que crecerán del mismo brote de trigo.

Lo mismo ocurre con el ser humano: su medio ambiente puede ser sus padres, educadores, amigos, colegas, libros que lee, los contenidos que absorbe de los medios de comunicación, etc. El tercer elemento, entonces, son las leyes según las cuales el entorno afecta al individuo y causa cambios en sus atributos modificables.

Cambios que afectan el entorno externo: el ambiente que repercute en las semillas, también es influenciado por elementos externos. En ciertos casos, éstos pueden variar radicalmente y afectar el yacimiento de manera indirecta. Por ejemplo: puede haber una sequia, o alternativamente, caer lluvias fuertes que destruyan todas las semillas. Con respecto al ser humano, este cuarto elemento se refiere a cambios en el entorno mismo, que afectan la manera en que éste influye sobre los atributos cambiables del yacimiento.

LA ELECCIÓN DEL AMBIENTE CORRECTO

¿Dónde, entonces, existe nuestra libertad? O en otras palabras, de todo lo mencionado, ¿qué exactamente es lo que podemos realmente afectar?

El código genético, o yacimiento, no lo podemos cambiar. Las leyes de acuerdo a las cuales cambia nuestra esencia tampoco podemos modificarlas; de la misma manera que no podemos influenciar la manera en que repercuten las leyes del entorno sobre nosotros. Pero el entorno dentro del que existimos y del cual dependemos totalmente, ¡podemos cambiar, en definitiva!

El ser humano puede optar por “implantarse” en un ambiente que apoye su desarrollo espiritual, el cual se basa en tres elementos: otras personas que busquen la espiritualidad, libros auténticos escritos por los cabalistas, y un maestro que las guíe en su camino hacia el desarrollo espiritual.

Por lo tanto, la elección del ambiente, según la Cabalá, es la única que existe en nuestra vida.

(La Voz de la Cabalá)

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