lunes, 29 de octubre de 2012

El amor al descubierto


Todos nosotros, independientemente de nuestros orígenes, hemos experimentado el sentimiento de profundo enamoramiento, al menos una vez en la vida. El amor es ciego. Cuando estamos enamorados, no encontramos errores en la persona amada, justificamos todo lo que hace, y sólo vemos lo mejor de él o ella.
Sin embargo, la mayoría de nosotros sabemos que la “burbuja de amor” inevitablemente se revienta, y viendo en retrospectiva nos preguntamos: “¿Era el amor que sentía sólo una ilusión? O ¿Por qué no puedo sentirme ahora tan bien como antes, cuando estaba enamorado?”

El amor – ¿Qué es en realidad?

La sabiduría de la Cabalá presenta una explicación innovadora al dilema del amor. Explica que la razón por la cual nos sentimos bien, precisamente cuando experimentamos “esa cosa llamada amor”, es que lo que sentimos concuerda de alguna manera con la cualidad innata de la Naturaleza.

Sentir amor, es una indicación de que hemos establecido contacto con esta cualidad positiva que revigoriza y une todas las partes de la realidad. La Cabalá la llama “amor” u “otorgamiento”, y explica que es el factor unificador entre todos los elementos que conforman la realidad: minerales, plantas, y animales, así como de todas las experiencias en el mundo interior del ser humano.

Sin embargo, las demás partes de la naturaleza -inanimadas, vegetales y animadas- comparten esta cualidad de amor universal, de manera natural; mientras que el ser humano es la única criatura que no implementa esta cualidad automáticamente. Nosotros somos la excepción; fuimos creados para actuar libremente: Amar u odiar, dar o recibir, y así sucesivamente.

Cuando actuamos en contra del amor

El ser humano tiende a actuar en contra de la cualidad general de la Naturaleza, y esta es la raíz de todas nuestras sensaciones negativas. Por alguna razón, solemos pensar que nos sentiríamos mejor haciendo cosas para beneficio propio, incluso a expensa de otros. Nos enfocamos en “yo, yo, yo”, “¿cómo puedo yo sentirme mejor?” y, “¿qué puedo hacer para ganar, yo, más dinero/fama/poder?” Sin embargo, sabemos claramente que este camino a la “felicidad” está pavimentado con competencia, envidia, soledad y dolor.

Obviamente, esto es lo opuesto a lo que pensamos cuando estamos enamorados, cuando todos nuestros pensamientos están dirigidos hacia el otro, y lo único que nos importa es esa persona. Cuando estamos enamorados, solamente pensamos en, “¿qué podemos hacer por él/ella?”

Si analizamos por un momento nuestra realidad cotidiana, y nos observamos desde una perspectiva más amplia, veremos que nos sentimos mejor precisamente cuando estamos en armonía con la cualidad del amor, porque entonamos nuestra “frecuencia interior” a la frecuencia que prevalece en toda la Naturaleza, a la corriente del universo completo.

Si preguntáramos incluso a los científicos, ellos estarían de acuerdo en que todos los organismos vivientes, cumplen “la ley del amor”. Esto se debe a que todas las células y demás partes de los organismos vivientes interactúan de acuerdo al principio de “otorgamiento”, dando una a la otra, constantemente, con el propósito de cuidar las funciones esenciales y el bienestar del cuerpo entero y su vitalidad.

Incluso los cuerpos humanos se adhieren a las leyes de la Naturaleza de esta misma manera, ya que el organismo funciona a un nivel animal. Es sólo en el nivel humano de nuestras interacciones –en nuestros pensamientos y sensaciones- que empezamos a desviarnos hacia otra dirección.

El nivel humano en nosotros es donde sentimos nuestro “yo”, nuestra identidad, y nuestra constante preocupación por nosotros mismos. Debido a que esta parte en nosotros está enfocada en ganancias e intereses personales, usualmente no nos damos cuenta que el mundo es un todo, integral, interconectado e interdependiente.

En otras palabras, perdemos de vista, que el placer o el sufrimiento de las otras personas están íntimamente ligados a nuestra interioridad, y que nuestro bienestar depende directamente del bienestar de los demás. La Cabalá nos ayuda a reenfocar y ver en detalle lo que está pasando, como cuando observamos las cosas “bajo una lupa”. Luego nos damos cuenta que la ley de la Naturaleza, de amor absoluto –universal, instintivo, natural, atento y cuidadoso- está muy lejos de ser realizada a nivel humano.

Cuando armonizamos con la Naturaleza experimentamos un amor infinito

Si cambiamos esta tendencia, y empezamos a considerar a los demás de acuerdo a la ley de otorgamiento, sentiremos ese extraordinario sentimiento de “amor” todo el tiempo, no sólo en períodos cortos; ya que estaremos participando en el flujo de la Naturaleza, integralmente, tal como lo hacen las células del cuerpo. Simplemente nos fusionaremos con el resto de la Naturaleza y todo lo que nos rodea, en amor puro.

Esta armonía con la Naturaleza a nivel humano nos traerá una sensación de amor, placer y paz infinitos. Este sentimiento es considerado “Infinito” ya que cuando lo percibimos, los límites entre nosotros simplemente se desvanecen, y literalmente sentimos a los demás como si fueran parte de nosotros mismos.

Por la tanto, una relación de amor y otorgamiento no es solamente un cambio de actitud o percepción, sino, un mejoramiento fundamental y duradero de nuestra calidad de vida.

Nuestras relaciones interpersonales se tornarán armoniosas cuando recordemos el infinito amor que podemos experimentar cambiando nuestro enfoque de recepción para nosotros mismos a otorgamiento. Entonces, encontraremos el balance no sólo en nuestra vida personal, sino también respecto al resto de habitantes sobre la Tierra.

(La Voz de la Cabalá, Edición #5)

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