¡Fíjate
qué curioso es nuestro mundo! Tú y yo nos encontramos a un metro de distancia,
hablamos, nos vemos, pero ninguno tiene la menor idea sobre los pensamientos y
deseos del otro o de dónde realmente está. Es posible que en este momento estés
pensando en otra persona que vive o vivió en algún otro continente o época.
Es
sabido que las personas enamoradas llevan consigo a su enamorado adonde quiera que
vayan. Hablarles es una experiencia realmente aburrida; aunque estuvieran contigo,
sus pensamientos están en su maravilloso mundo de los enamorados. En contraste
a esto, si me preguntaras al lado de quién estuve sentado hoy en el tren camino
al trabajo, o al lado de quién estuve en la fila para comprar las entradas de
la semifinal de fútbol, seguramente no podría decirte, porque mientras esperaba
o viajaba en el tren, estuve pensando en otras cosas o personas.
En
conclusión, la cercanía o lejanía corporal, no es lo mismo que la cercanía o lejanía
en nuestra vida interna. Es decir, cuando hay algo que realmente queremos o con
el que sentimos proximidad, éste ocupa todos nuestros pensamientos, sentimientos
e imaginación.
Equivalencia natural
Si
observamos cómo funciona la ley de equivalencia de forma en la naturaleza,
notaremos que no hay nada nuevo aquí. Vemos sólo lo que nuestro sistema de
percepción -por ejemplo, el ojo- es capaz de captar por equivalencia de forma.
El ojo humano divisa una longitud de onda que concuerda con la gama que va
desde el violeta hasta el rojo. Por eso, somos incapaces de captar una longitud
de onda más alta, por ejemplo, la ultravioleta, a menos que tengamos un
equipamiento apropiado.
La
abeja divisa una longitud de onda ultravioleta y de esa manera localiza flores
de distintos tipos. Los mosquitos, en cambio, captan la longitud de onda
apropiada a ellos y así pueden dirigir un ataque directo a tus venas. La ley de
equivalencia de forma funciona aquí de una manera ¡muy tangible!
Sabemos
que la realidad está compuesta de múltiples frecuencias que afectan nuestras vidas
aunque somos incapaces de percibirlas, como la radiación de los rayos X, o las
ondas de radio. Si sólo tuviéramos el instrumento adecuado de captación, capaz
de transformar estas ondas en una longitud adecuada a nuestros sistemas naturales
de percepción –los oídos, ojos, nariz y diversos sensores de nuestros cuerpos- podríamos
reconocer la existencia de estas ondas en el aire. Por ejemplo, si te
preguntara si ahora hay alguna transmisión en tu estación de radio predilecta,
contestarías que no lo puedes saber a menos que ajustásemos la radio a la frecuencia
de dicha estación.
¿Qué es
entonces lo que se genera en la radio? El aparato de radio simplemente sintoniza
la frecuencia que ya se encuentra en el aire, incluso antes de conectarla.
Luego convierte el mensaje producido por la emisora radial, de una frecuencia de
onda que no podemos percibir, a una que nuestro oído es capaz de captar.
Cercanos y
lejanos
Cuando usamos el término cercano, nos
referimos por ejemplo a la tía Juanita que vive en Buenos Aires o a José, el
hijo de Rosa, la hermana de la abuela. A veces también usamos ese término para
enfatizar la cercanía de ideas entre nosotros, como cuando ambos creemos que es
necesario un cambio social en el país. Otras veces, este concepto se usa para
expresar la medida de amor recíproco entre nosotros; por ejemplo, al pensar y
desear que el otro tenga una vida buena y agradable. ¿Qué es entonces, la
cercanía espiritual?
Equivalencia
Espiritual
En el mundo espiritual funciona la ley de
la equivalencia de forma, sólo que en el mundo espiritual no se habla de la igualdad
de frecuencias u ondas, sino de una semejanza o desemejanza de intenciones. En
el mundo espiritual se miden sólo las intenciones (los pensamientos). La
naturaleza del hombre es pensar en sí mismo y su propio provecho, mientras que
la Fuerza Superior que dirige nuestras vidas y toda la realidad, actúa sólo por
amor; para dar, otorgar. Así, en el plano espiritual existe una inversión de
forma entre el ser humano y la fuerza que dirige nuestras vidas.
Por lo tanto, si nuestro deseo es conocer
y entender el Gobierno sobre el mundo, tendremos que adquirir el atributo de
otorgamiento. Mientras sigamos pensando sólo en nosotros mismos y en nuestro beneficio,
no podremos saber las causas de lo que ocurre a nuestro alrededor y dentro de
nosotros, ya que quedaremos en un estado opuesto al de la Fuerza Superior. Sólo
si encontramos la manera de elevarnos por encima de nuestro egoísmo, liberándonos
de la autopreocupación, alcanzaremos la medida de equivalencia de forma, como
dijeron nuestros sabios:
“Así como Él es misericordioso,
también tú serás misericordioso; así como Él es piadoso, también tú serás
piadoso”.
De esta
manera penetraremos en un mundo nuevo, de otorgamiento, generosidad y amor. Por
consiguiente, lograremos experimentar el bien y la felicidad; ¡la Meta y el objetivo
principal de la Creación!
(La Voz de Cabalá, Edición #2)
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