Los libros cabalísticos
no contienen ni una sola palabra que aluda a los objetos corporales, los
lugares o los atributos que observamos en este mundo. Cuando
leemos expresiones como “el muro del Templo” o “el hombre”, no debemos imaginar
el muro de Jerusalén o una persona de nuestro mundo, pues el mundo es una realidad imaginaria y el libro cabalístico
no habla para nada sobre el mundo corporal.
En el mundo espiritual no hay
denominaciones y por esta razón se le describe utilizando el lenguaje de las ramas. Por ejemplo, este
extracto: “Y estarán de pié sobre el Monte de los Olivos”, se refiere al Mundo
del Infinito que se revelará y tocará nuestro mundo en la totalidad de nuestro
deseo.
La noción de “nuestro mundo”
también alude a lo que no sentimos en el presente. El mundo que percibimos no
está definido para nada en la espiritualidad, por lo cual se le llama
imaginario (Olám HaMedumé). “Nuestro mundo” o “este mundo” que está
descrito, en los libros cabalísticos es el último grado de los mundos
espirituales. Sólo a nuestro “punto
en el corazón” podemos llamarlo “el punto de este mundo”, porque es
el último punto de nuestro descenso desde arriba hacia abajo. Si nos
preocupamos por desarrollarlo entonces, a través de este punto, podremos
“ascender”, desde abajo hacia arriba.
Tendremos entonces la
habilidad de percibir el mundo a través de este punto
en el corazón y no a través de nuestros órganos sensoriales
corporales. Entenderemos que esta vida corporal (ilusoria) se nos ha dado como
una existencia temporal dentro de un mundo imaginario. Sin embargo, ninguno de
los libros cabalísticos (Torá, Tanáj y
otros) menciona ni una sola palabra de este mundo.
La Tora ni
siquiera habla de moralidad, a pesar de que gran número de personas lo piensen
así. No habla sobre lo que tienes que hacer con tu cuerpo animal, sino sólo
sobre cómo corregir tu alma. Por ejemplo, las leyes del
ritual de la inmersión en el agua (Míkve) representan la corrección del
“cuerpo”(los deseos) mediante los atributos de Bina (el agua).
Las leyes del Kashrút (la
preparación de la comida) nos indican cómo preparar nuestro deseo “animal” para
hacerlo apropiado para el consumo del “hombre” dentro de nosotros, es decir,
cómo elevar nuestros deseos de los niveles vegetativo y animado al nivel
“humano” dentro de nosotros.
Los sacrificios en el Templo (Kurbanót) describen el proceso para
acercarse al Creador, (Kurbán significa
sacrificio y viene de la palabra Karov - uno que está cerca), es
decir, nos muestran cómo utilizar los deseos en todos los niveles para que se
asemejen al Grado Superior y cómo cambiar nuestra intención hacia el Creador de
“para mi propio beneficio” a “para el otorgamiento”.
En nuestro lenguaje, lo que
está escrito parece describir el pan y la carne ardiendo sobre el altar, o el
agua derramándose, pero en el lenguaje de las ramas el tema es la corrección de
la intención de uno. No se molesten en construir estructuras de piedra, sino
que en lugar de esto enfóquense en corregir el alma.
A través de estas imágenes corporales imaginarias debemos aprender a ver las
fuerzas espirituales que hay detrás de ellas.
(Extracto de la lección sobre El
prefacio a la sabiduría de la Cabalá, kabbalah.info/es)
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