Todos los ciclos del tiempo, a excepción
de la semana, están relacionados con los sistemas cósmicos: la luna nueva, la
mañana, la tarde, el día, etc. La semana parece haber nacido de la mente
humana.
El hecho es que nosotros estamos dentro
de un sistema muy interesante: Dependemos tanto de la luna como del sol. Es por
eso que los calendarios tienen una doble naturaleza: El calendario musulmán está basado
en el ciclo de la luna; de los cristianos depende de las fases del sol y el
calendario judaico combina ambos ciclos, el solar y el lunar.
Es por esto que las festividades
musulmanas no están rígidamente ligadas a fechas concretas y se “pasean” del
invierno al verano, de la primavera al otoño. Las festividades cristianas
tampoco son constantes. En cuanto al calendario judío, este es estable dado que
está basado en la línea media: No está atado a la línea derecha (como lo está
el calendario musulmán), ni a la línea izquierda (como en el cristianismo),
sino que está basado en una combinación de dos fuerzas naturales, la de
recepción y la de otorgamiento. No dependemos del sol y de la luna, de las
propiedades de recibir y de dar. Nosotros no debemos contentarnos con una línea
en particular. Es por eso que nuestro calendario es coherente.
Sin embargo, ¡el calendario judío no es
tan simple! Hay ciertas fechas, tales como “Shvita” y “Yovel”, cada cuatro años
hay un año bisiesto, y dos veces en 27 años hay un circuito solar, etc. Pero el
calendario creado varios miles de años atrás, no ha cambiado.
Pregunta: Así que
¿de acuerdo a este calendario podemos calcular con exactitud lo que sucederá en
el futuro?
Respuesta: El
hecho de que esté vinculado a dos fuerzas de la naturaleza significa que
seguimos a la naturaleza y que usamos sus poderes de una manera armoniosa. Este
calendario está basado tanto en los ciclos solares como lunares y esto
ejemplifica esta idea.
La luna nos muestra cómo la Tierra se
relaciona con el sol. En otras palabras, si yo fuera de la Tierra, la luna me
mostraría mi pantalla al permitirme ver las fases cambiantes que van desde la
luna llena hasta la completa disminución (luna nueva) y creciente y menguante
nuevamente. Estas me mostrarían si me relaciono con el Creador y con la Luz correctamente y si
puedo cambiar en cada fase particular a partir de un estado completamente
disminuido e ir a la luna llena, y repetir una y otra vez estas fases.
Las aproximadamente cuatro semanas que
separan la luna creciente y menguante comprenden un ciclo completo que es
similar a un día: “Y fue la tarde y fue la mañana, un día”. En otras palabras,
nos levantamos al amanecer, el sol influye en nosotros de una manera que
aumenta nuestro egoísmo, creando así la
línea izquierda que lleva el sol hasta el final del día y, finalmente, da a luz
a la noche y a la luna.
Las fases lunares aparecen en diferentes
constelaciones y crean una imagen integral y aun así simple; pero, cuanto más
se explora esta imagen, más tenemos la sensación de una armonía absoluta.
Es como un músico que percibe una
melodía más profunda en su corazón y dice: “¡Suena precioso, es una
instrumentación hermosa, pero le falta una nota que tendría que tocarla una trompeta!”
Esa nota adicional de la trompeta nos permite experimentar la sensación de
armonía.
Es abrumador y emocionante. Es por eso
que se nos dice que el alcance del Creador es la perfección.
(Del Kab.TV “Los misterios del
Libro Eterno” , laitman.es)
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