Si el Creador desea ser
el Creador, Él necesita a la criatura. Este ser creado, que
existe de forma separada del Creador y se siente independiente de Él, recibe de
y responde al Creador, y esto es considerado como si diera en respuesta. En
otras palabras, esos dos deben tener cierta relación, sensaciones,
pensamientos, e interacción.
¡Tiene que haber dos!
Por lo tanto, es necesario crear un ser separado del Creador, es decir que su
naturaleza debe ser el deseo de recibir placer, lo único de lo cual carece para
ser la criatura. Es decir, debe sentirse vivo, existente, y receptor. Entonces,
al usar este deseo de recibir, puede llegar a ser como el dador y responder al
amor del Creador de la manera adecuada.
Entonces, aparte del
deseo de recibir placer, la criatura debe además poseer un “volante de
dirección” con el fin de girar su deseo y cambiar su dirección de 100% de
recepción por su propio bien, a 100% de recepción por el bien del Creador. Y en
el resto de este intervalo entre ellos, habrá varias combinaciones entre esos
dos extremos: una parte para el Creador, y la otra para mí.
Esto es lo que define
toda la escalera de peldaños espirituales. Comienzo con 100% para mí mismo y
gradualmente giro el “volante” 180 grados hasta 100% de otorgamiento al Creador
o a otras personas. No importa a quién porque todo se trata de cómo me uso yo
mismo.
“Yo” es mi deseo,
mientras que la “dirección” es mi intención, es decir para el bien de quién me
esfuerzo. Esto es lo que determina mi estado. Y ahora la única pregunta es en
qué punto de este círculo estoy. Comenzamos en el punto cero (0) y finalizamos
en la corrección final (Gmar Tikkun), el estado de absoluto amor y
otorgamiento.
Entonces, de acuerdo al
plan de la creación de “deleitar a las criaturas”, el Creador crea el deseo
necesario. Adicionalmente, Él le da a la criatura condiciones que le permiten
controlar el deseo y dirigirse hacia la dirección que elija, si deseo
“conducir” hacia los peldaños más altos, en la escalera de 125 grados, desde el
punto cero de “este mundo” hasta el mundo de Infinito. Así es como funciona el
plan de la creación.
Con el fin de seguir
“conduciendo,” necesito ver el camino que tengo por delante. Necesito saber qué
es necesario para continuar conduciendo y cómo obtener “combustible”. Debo
saber cómo dirigir el volante, cambiar de dirección, y evitar problemas en este
camino. Tengo que aclarar para mí mismo todos esos criterios y revisar si los
estoy siguiendo o no, si puedo cambiarlos y controlarlos.
Entonces, gradualmente
comenzaré a ver en todas esas condiciones del “tráfico” que estoy perdiendo la
visión de mí mismo incluso más. Puedo seguir conduciendo sólo si estoy dispuesto
a que la nueva forma se vista en mí todo el tiempo, la forma que es siempre más
cercana y más similar al Creador. Fase tras fase, punto tras punto de este
viaje, cuando he cubierto otra distancia y he avanzado un poco más, me
transformo internamente, y la imagen del Creador se viste en mí cada vez más.
Esto significa que estoy “conduciendo” y acercándome a Él.
En consecuencia,
necesitamos hacer que nuestro deseo de disfrutar esté listo para tales
transformaciones, para asumir tales formas del superior. Esto implica la
restricción de la voluntad de recibir y la anulación de la intención egoísta
propia, hasta que esta comienza a obtener las formas de otorgamiento, las
formas del Creador, acercándose cada vez más a Él.
(De la lección diaria de Cabalá, Talmud Eser Sefirot, laitman.es)
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