Pregunta:
¿Cuánto tengo que pagarle al Creador por mi
corrección, como si pagara a un cirujano por una
operación? ¿Cuál es el trabajo que tengo que hacer?
Respuesta:
Todo lo que tienes que hacer es conectarte; en nuestro mundo no hay nada sino solo
la conexión. Este mundo es muy simple. Tú pagas con tu esfuerzo; tienes que
conectarte con todos y amarlos a todos con el fin de trascender del amor de los
seres creados, al amor del Creador. Trata de alcanzar la regla más grande de la
Torá: “Ama
a tu prójimo como a ti mismo“, la regla que lo
incluye todo, y entonces serás llenado con la Torá, con la Luz de Ein Sof
(Infinito).
Parece tan simple, pero
ese es el asunto más duro para nosotros. Tú puedes girar alrededor de este
punto por mucho tiempo, como un perro que persigue su cola, y descubrirás que
no está en tu poder el alcanzar la conexión. Encontrarás muchas excusas; lo
pospondrás hasta mañana y sugerirás diferentes condiciones.
La persona no alcanza la
conexión
por sí misma; tiene que anhelarla y actuar por esta. Supongamos que te abrazo
aunque no sienta que te quiero. Es por esta razón que te elijo porque siento
cuánto odia esta acción mi deseo de recibir. Entonces esta es la brecha entre
la acción y el deseo, la cual atrae la Luz y me da un nuevo deseo.
Es de común conocimiento
que la gente adopta niños e invierte mucho en ellos hasta que ellos empiezan a
amarlos como si fueran sus hijos biológicos. Si un hombre se casa con una mujer
que tiene un niño, él debe invertir en el niño con mucho más esfuerzo que con
su propio hijo. Esto es así porque si fuera mi hijo, naturalmente él sentiría
que soy su padre, pero otro niño no me ve como su padre y además yo sé que no
es mi hijo, y entonces tengo que invertir en él mucha más fuerza. Tengo miedo
de que de pronto me irrespete o de que me odie porque él es un extraño para mí.
Pero gracias al hecho de
que invierto en él más que en cualquier cosa, empiezo a amarlo más que a mi
propio hijo, en el cual no invierto tanto. Todo es determinado por los
esfuerzos realizados; por consiguiente, no hay nada
más que puedas hacer sino invertir tus fuerzas.
(De
la lección diaria de Cabalá,
Estudio de las Diez Sefirot, laitman.es)
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