La existencia de un lugar espiritual no está relacionada con
ningún espacio actual. Todos los que alcanzan este estado después de
corregir sus cualidades espirituales pueden ver y percibir las mismas
cosas.
La escalera del Creador abarca 125 niveles. Estos se dividen de
manera uniforme entre cinco mundos espirituales, los cuales son: El
Mundo de Adam Kadmón, El Mundo de Atzilut, El Mundo de Beriá, El Mundo de
Yetzirá, El Mundo de Assiyá.
Cada nivel provee una percepción diferente del Creador
dependiendo de las propiedades de cada nivel en particular. Por
consiguiente, quienes han adquirido las propiedades de un nivel
específico, ven la Cabalá y el Creador de una manera completamente nueva.
Todo el que logra un nivel particular del mundo espiritual recibe la misma
percepción que todas las demás personas en el mismo nivel.
Cuando los cabalistas dijeron: «Así dijo Abraham a Isaac»,
significa que ellos se encontraban en el mismo nivel que Abraham. Así,
entendieron cómo Abraham respondió a Isaac, ya que en su estado
espiritual eran como Abraham.
En el transcurso de su vida, el cabalista rabí Yehuda Ashlag
alcanzó todos los 125 niveles. Desde este lugar exaltado, él dictó la
Cabalá, la cual somos capaces de disfrutar en esta generación. Desde este
nivel escribió su comentario sobre el Zohar, la obra maestra de la Cabalá.
Cada uno de los 125 niveles existe objetivamente. Todos aquellos
que perciben cada uno de ellos ven las mismas cosas, tal como todos los
que habitan nuestro mundo ven los mismos alrededores si están en el
mismo lugar.
Tan pronto logremos el más pequeño deseo altruista, podemos
embarcarnos en un sendero de ascensos y descensos espirituales. En un
momento, estamos dispuestos a anularnos completamente ante el
Creador, pero al momento siguiente ni nos pasa por la mente. De repente,
la idea de una elevación espiritual se convierte en absolutamente ajena a
nosotros y es extraída de nuestras mentes.
Esto es semejante a la manera en la que una madre le enseña a su
hijo a caminar. Lo lleva de la mano para que sienta su apoyo y, luego,
se retira de forma súbita, dejándolo ir. Cuando el niño se siente
totalmente abandonado y carente de todo apoyo, se ve obligado a dar un paso
hacia la madre. Solamente de esta manera puede aprender a caminar de
manera independiente.
Por consiguiente, aunque nos pueda parecer que el Creador
nos abandona súbitamente, en realidad, Él está esperando que tomemos
la iniciativa.
Se dice que el Mundo Superior se encuentra en un estado de
reposo absoluto. La palabra «reposo» en el mundo espiritual, implica que
no hay cambios en el deseo. El deseo de conferir el bien nunca
cambia. Todos los actos y movimientos, tanto en nuestro mundo emocional
interno (egoísta), como en el mundo espiritual (altruista), tienen que ver
con el reemplazo de un deseo anterior por uno nuevo.
Si tal cambio no ocurriera, entonces nada nuevo habrá sucedido y
no se producirá ningún avance. Esto se aplica aun si el deseo original
persistente es vívido y muy intenso, sin proveer paz al individuo. Pero si
el deseo es invariable y consistente, entonces no hay ningún
movimiento. En ese sentido, cuando se dice que la Luz Superior está en un
estado de reposo absoluto, significa que la voluntad del Creador de
beneficiarnos es firme y constante.
Nos encontramos en el Mar de la Luz, pero ese punto en nosotros al que
llamamos nuestro «Yo» está cubierto por un caparazón de egoísmo. En este
estado, somos incapaces de disfrutar la Luz y simplemente permanecemos a
flote.
("Alcanzando los mundos superiores", Rav Dr. Michael
Laitman)
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