“Si
mi generación hubiera escuchado mi voz, se habría iniciado el estudio del Libro
del Zohar a la edad de nueve años”.
-
Rabí Isaac de Kamarna, Notzer Jesed
Una transformación real y duradera
en el sistema educativo requiere de planes de cara a las próximas dos
generaciones, empezando por explicar a los jóvenes cuál es el significado de la
vida.
Como científico y cabalista,
habiendo estudiado y enseñado la Cabalá durante los últimos treinta años, estoy
convencido que los retos que enfrenta el sistema educativo pueden solucionarse
de manera efectiva. La alternativa está frente a nuestros ojos.
El poder de la educación
La finalidad de la educación no es
saturar el cerebro de los niños con conocimientos e información. La enseñanza
debería ponerlos en contacto con el proceso especial que llamamos “vida”. ¿Para
qué vivimos? ¿Cómo y por qué ocurren las cosas? ¿Exíste o no el libre albedrío?
Las respuestas deberían encontrarse dentro del proceso educativo de nuestra juventud.
Poner a disposición de nuestros
hijos herramientas prácticas para enfrentar la realidad cotidiana, implica
ilustrarlos sobre las leyes que rigen la naturaleza. Nada fue creado sin un
objetivo preciso. Todo tiene una razón de ser. ¿Es lógico pensar que los seres humanos,
la cumbre de la Creación, fueron creados sin propósito alguno? Por supuesto que no. El único problema
es que lo desconocemos.
Si explicamos a nuestros jóvenes
el Propósito de la Creación, cambiará su actitud hacia la vida. Comprenderán que
si contravienen los designios de la naturaleza sufrirán. Por ejemplo, la Cabalá
nos explica que además de las leyes que ya conocemos –como las consecuencias de
poner la mano al fuego-, hay otras aún desapercibidas, pero que nos afectan, y
tenemos la capacidad de descubrirlas. ¿No convendría, entonces, enseñar a los
pequeños aquello que les garantizará un futuro mejor?
Antídoto contra las drogas y el
alcohol
La Cabalá explica que cada
generación es más evolucionada que la anterior, tiene otros deseos, sueños, aspiraciones
más altas, un nivel de egoísmo más elevado que el de sus padres. Los intereses
del pasado parecen vacíos y sin sentido puesto que ya no satisfacen las
necesidades actuales de la juventud. Por eso, rechazan la educación tradicional
y muestran desinterés por la vida.
Tenemos que conocer el proceso y
aprender a manejarlo. Sólo adaptando nuestro sistema educativo al nivel de la
evolución (egoísmo) de nuestros hijos tendremos la posibilidad de transformar
el deterioro de la juventud contemporánea.
Cabalá para los niños
El mensaje de la sabiduría de la
Cabalá debe adaptarse a cada generación por medio de juegos e historias. Si
explicamos a los niños cómo funcionan las cosas por debajo de la superficie,
sentirán que se les revelan nuevos canales y alternativas en la vida. La verán
desde un nivel ligeramente más profundo, captando el mensaje natural y
fácilmente.
No es difícil explicar que hay algo
oculto a nuestros sentidos, fuerzas más sutiles en nuestro mundo que las que
percibimos que debemos tomar en cuenta; hileras inherentes en la naturaleza,
las cuales los adultos nos hemos acostumbrado a pasar por alto.
Los pequeños continuarán con su
vida cotidiana, excepto que ya sabrán que hay un orden sistemático más elevado
que les dará una riqueza de conciencia más amplia para contemplar la vida. Ya
no se sentirán frustrados y desorientados, no necesitarán de estrellas del pop
como modelos de conducta, si no que crecerán encontrando sus propios senderos
en busca de la plenitud.
Una experiencia personal
Los cabalistas a través de los tiempos
nos han dado instrucciones para enseñar la Cabalá a los niños, quienes la
entienden con más facilidad que nosotros.
Por experiencia propia, en 1979, cuando empecé a estudiar con mi
maestro, Rabí Baruj Ashlag (Rabash), traté de explicar lo que aprendía a mi
hijo de siete años. Me sorprendió constatar que captaba casi sin esfuerzo. Me
hacía preguntas sobre cosas que yo ni siquiera había notado. Ahora que ya es un
adulto, con familia propia, conserva esa forma de vivir que recibió en aquel entonces.
Lo mismo sucedió con mis dos hijas. De hecho, los pequeños naturalmente
presienten que la vida no empieza o se termina en nuestra existencia física
actual. Tienen la sensación de que hay algo más allá.
El alma no tiene edad, y la única
manera de corregirla: mediante el estudio de los libros auténticos de Cabalá.
Las fuerzas espirituales ocultas en los textos guían nuestra alma hacia un estado
perfecto. Aunque a veces los libros parezcan a algunos adultos difíciles de
comprender, los niños no se desaniman; absorben el conocimiento natural y directamente.
Rav Dr. Michael Laitman
("La Voz de Cabalá" #4)
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