UN TORRENTE DE LUZ
Zóhar, en hebreo quiere decir Esplendor, Resplandor o Luz. Para el poeta que vive en cada uno de nosotros, el texto de El Libro del Zóhar se puede comparar a un río que fluye desde el Jardín del Edén hacia el corazón de la persona. Cualquiera que lo abra sentirá su corazón bañado por sus aguas, purificado y empezará a ver.
A menudo escuchamos que la Cabalá es El Zóhar. ¿Por qué? El asunto es que este libro fue escrito en un estilo muy particular, que nos ubica en un espacio multidimensional y nos lleva a través de él. Si bien en su exterior nos cuenta sobre fábulas e historias, al mismo tiempo nos sumerge
lentamente en una realidad oculta que se llama el Mundo Superior. Nos atrae con sus historias intrincadas y poco comunes y nos lleva a su interior. A medida que el libro nos v a inspirando, ingresamos al Mundo Superior.
Ciertamente, para aprehender el espíritu de este libro que fue escrito hace dos mil años, tenemos que aspirar a él y sentirnos intrigados. Tenemos que desarrollar una cierta sensibilidad y comprensión que nos permita sintonizarnos con las personas que escribieron El Zóhar.
Estos hombres que escribieron El Zóhar integraron un grupo de diez grandes cabalistas guiados por el notable Rabí Shimon Bar Yojái (Rashbi). Se reunían en un lugar especial, en un momento determinado y por sus cualidades espirituales internas representan a las diez Sefirot: los diez fundamentos de la creación. Pudieron descender desde su inconmensurable alcance espiritual a nuestro simple nivel humano para poder explicar tales conceptos que teóricamente somos incapaces de comprender.
Ellos nos atraen con sus fábulas, y al igual que niños que maduran al escuchar cuentos, así nosotros nos desarrollamos al leer este texto. Con el tiempo, empezamos gradualmente a sentir el Mundo
Superior gracias a la cualidad denominada la Luz Superior, que ilumina sobre nosotros
a medida que vamos leyendo.
Esta cualidad de la Luz es simplemente milagrosa. Las personas que empiezan a estudiar este libro, de inmediato perciben su resplandor magnético que los impulsa a regresar al libro y a releerlo durante toda la v ida. El Zóhar va renovando las impresiones y nunca se torna aburrido; se convierte en una bocanada de aire fresco que es imprescindible respirar. El lector termina ansiando esos cambios
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