Después
de comprender que la sabiduría de la Cabalá es una ciencia que se
ocupa del descubrimiento del Creador, la ley general que rige toda la
creación, nos detendremos un poco en la naturaleza de esa ley y
especialmente en sus consecuencias sobre nosotros.
Investigando
la naturaleza, los cabalistas descubren que el Creador es una fuerza
de total amor y otorgamiento. Esta fuerza maneja la creación en
armonía, como un solo cuerpo, donde todas sus piezas están
relacionadas entre sí por hilos invisibles de responsabilidad mutua.
De acuerdo a esta ley, la existencia de un elemento en la naturaleza
es posible siempre y cuando esté en balance y armonía
("homeóstasis" en el leguaje científico) con el resto de
las partes de la creación.
También
nosotros, los seres humanos, como parte individual de la naturaleza,
debemos llegar a un balance y armonía entre nosotros y también con
la naturaleza. Para cumplir nuestro propósito natural y sentirnos
satisfechos y felices, debemos mantener entre nosotros relaciones
equilibradas de amor y contención mutua. Pero los humanos, a
diferencia de la naturaleza inanimada, vegetal y animada, no sentimos
esta obligación de manera natural. Está oculta para nosotros. Y al
no lograr sentir la ley de equilibrio de la naturaleza como una
fuerza obligatoria, actuamos de manera totalmente contrapuesta a
ella. Pero la ignorancia de la ley no te exime del castigo. Y como
hemos explicado anteriormente, es el motivo de la profunda crisis que
deja su huella en la sociedad humana, en todas partes del mundo.
Es
más, si observamos el proceso atravesado en los últimos miles de
años, descubriremos, que justamente las fuerzas de la naturaleza son
las que nos "dirigen" a comprender la necesidad de alcanzar
un balance y conexión verdaderos entre nosotros. Aparentemente, en
realidad, hay un plan para nosotros, sólo que no logramos
percibirlo.
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