El Creador desea que nosotros recibamos
placer de Él. Este es el plan de la creación. Puesto que Él es
bueno y hace el bien, la única cosa de la que carece es alguien para hacerle el
bien. Es por eso que Él nos creó de un material llamado “el deseo de
disfrutar”.
Pero, ¿qué debemos disfrutar?
Precisamente a Él. Cuando nuestro deseo siente que el Creador está cerca, que
Él lo llena y se une con él, experimenta placer. Por otro lado, cuando se
distancia del Creador, se siente peor en relación con Él hasta el punto que
sufre y se siente vacío. Sin embargo, ¡siempre sentimos sólo al Creador!
Nuestro material es sensible a la
sensación y a la presencia del Creador. Si siente más al Creador, lo percibe
como placer, y si él Lo siente menos, Lo percibe como sufrimiento. Esto ocurre
hasta que el deseo de disfrutar al Creador se hace más y más distante de Él,
llegando finalmente a un estado de perder completamente todo contacto con Él.
Entonces el deseo de recibir placer se encuentra en este mundo, donde no hay
conexión con el placer o su fuente.
Esta separación es necesaria para que
deseemos unirnos con Él y disfrutarlo por nuestra propia voluntad, y para
entender que no hay nada más dulce y mejor que estar unido con Él. Esta acción
recíproca es llamada “Zivug” (unidad espiritual), cuando llegamos a ser
incluidos unos en los otros hasta tal punto en el que es imposible
distinguirnos y separarnos unos de otros. Esa es la unidad que tenemos que
alcanzar. Y si adquirimos la necesidad adecuada de esto, entonces comenzaremos
a sentirlo, unirnos con Él, y a sentir Su abrazo.
(kabbalah.info/es)
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